Pero Dubuffet no se detiene ahí y realiza sobre la marcha una nueva serie de láminas para ilustrar Les Murs, serie de doce poemas de Eugène Guillevic. El interés mostrado por esta nueva técnica se confirma en la confrontación con la piedra litográfica, materia mineral por excelencia. Si en Materia y memoria Dubuffet la maltrata, aquí tan sólo la roza para dejar sus propias marcas.
Paradójicamente, la aparición de los graffiti en Les Murs inaugura también las caprichosas y abigarradas escrituras de los paisajes urbanos que darán lugar al ciclo de LHourloupe. Como afirmó el propio Dubuffet, «en todas mis pinturas hay dos vientos contrarios: uno me lleva a exagerar las marcas de la intervención y el otro, por el contrario, a eliminar toda presencia humana.»