Esta monografía supone una reinterpretación y análisis global de la obra de Ciga, con una puesta al día del significado de la misma, además de una exhaustiva labor de investigación en la elaboración del catálogo.
Javier Ciga Echandi (Pamplona, 1877-1960), por vínculos familiares y pictóricos, quedó ligado al Baztán, donde pintó una y otra vez paisaje y paisanaje, tipos y costumbres. La obra de Ciga hunde sus raíces en el Posromanticismo y en el Realismo. Del primero tomará su amor a la tierra y a las gentes que inspiraron su obra; del segundo, su obsesión por plasmar la realidad y llegar a la perfección, superando el academicismo. En su estancia parisina incorporaría los nuevos usos y técnicas del Impresionismo, Postimpresionismo y Constructivismo cezaniano, si bien Ciga se mantuvo conscientemente fiel a su ideal estético ligado a la perfección realista y a los grandes valores de la pintura. Ciga fue un pintor de amplio espectro que trató temas, géneros y técnicas muy diversas. Así mismo sobresalió en su faceta docente como maestro de maestros.
El ser conforma e impregna su obra, dándole un carácter existencialista que nos lleva a calificar su pintura como realismo trascendente o metafísico. Ciga fue pintor de esencias y verdades e intérprete del alma y de la sociedad de su tiempo.