No se trata, tanto, de entender los pensamientos e ideas que lubrican las mentes de caballos, alfiles, torres, reyes y reinas, como de comprender la enjundia de sus actos, la finalidad de sus decisiones y en qué modo afectarán a las azarosas vidas de la clase obrera.
La clase trabajadora se reprime y ahoga en el desasosiego que le producen las vastas decisiones e incongruencias que emanan de los poderes encubiertos y enquistados en tiempos pasados que no nos corresponden. Y sufre las consecuencias de una maldad oscura y desmedida, ejercida por unos de aquí y de allí que no están dispuestos a perder los feudos de sus intereses. Una clase obrera cuya principal arma de defensa es una urna de cristal de metacrilato.
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