«A pesar de la manipulación más o menos sutil o descarada de los medios de comunicación, el trato reservado a los presos "talibanes" deportados a la base estadounidense de Guantánamo representa una especie de Auschwitz en miniatura. La pregunta es, una vez más, si el calificativo de "terrorista" gracias al cual se justifica la pérdida de cualquier derecho elemental, no sirve más bien para recrear, o para extender aún más, aquella figura del apátrida descrita dramáticamente por Arendt como un individuo privado incluso de los derechos humanos, precisamente por no poseer una nacionalidad reconocida y garantizada internacionalmente.»