Argumento de Islas
María se nos ha hecho tan transparente / que la vemos al mismo tiempo / en Suiza, en Roma o en La Habana. / Acompañada de Araceli / no le teme al fuego ni al hielo. / Tiene los gatos frígidos / y los gatos térmicos, / aquellos fantasmas elásticos de Baudelaire / la miran tan despaciosamente / que María temerosa comienza a escribir. / La he oído conversar desde Platón hasta Husserl / en días alternos y opuestos por el vértice, / y terminar cantando un corrido mexicano. / Las olitas jónicas del Mediterráneo, / los gatos que utilizaban la palabra como, / que según los egipcios unía todas las cosas / como una metáfora inmutable, / le hablaban al oído / mientras Araceli trazaba un círculo mágico / con doce gatos zodiacales, / y cada uno esperaba su momento / para salmodiar El libro de los Muertos. / María es ya para mí / como una sibila / a la cual tenuemente nos acercamos, / creyendo oír el centro de la tierra / y el cielo de empíreo, / que está más allá del cielo visible. / Vivirla, sentirla llegar como una nube, / es como tomar una copa de vino / y hundirnos en su légamo. / Ella todavía puede despedirse / abrazada con Araceli, pero siempre retorna como una luz temblorosa. (José Lezama Lima)1