El Segundo Isaías señala cómo la fuerza de la Palabra de Dios ha llevado a término, a lo largo de cuatro etapas, la transformación del pueblo ajado en la comunidad que da testimonio de la grandeza de Yahvé. La entereza de la Palabra derrota el falso poder de los ídolos (40,12-44,23). El poder de la Palabra suscita a Ciro (44,24 - 48,22), el mediador de Yahvé para liberar a los exiliados en Babilonia. La fortaleza de la Palabra presenta al Siervo como el mediador de la intervención de Yahvé para restaurar su alianza con el pueblo y extenderla a las naciones (49,1 - 53,12). Finalmente, el vigor de la Palabra actúa para desplegar la grandeza de Jerusalén hasta convertirla, entre las naciones, en el testimonio de la actuación redentora de Yahvé (54,1-55,5).Pero el sentido de la profecía de Isaías no estriba sólo en relatar el itinerario de conversión ofrecido al pueblo hebreo en tiempos antiguos. El texto invita al lector a iniciar la senda de la conversión para que, huyendo de las garras de los ídolos, pueda gozar de la dicha del Señor.Francesc Ramis Darder es licenciado en Ciencias Biológicas por la Universitat de les Illes Balears, licenciado en Sagrada Escritura por el Pontificio Instituto Bíblico y Doctor en Teología por la Facultad de Teologia de Catalunya. Es profesor de AT en el Centre d¿Estudis Teològics de Mallorca y en el Institut Superior de Ciències Religioses de Mallorca; miembro de l¿Associació Bíblica de Catalunya y subdirector de la Asociación Bíblica Española.