Porque un niño nos ha nacido, un hijo se nos ha dado. Sobre sus hombros está el imperio, y lleva por nombre: Consejero maravilloso, Dios fuerte, Padre sempiterno, Príncipe de la paz» (Is 9, 5).
Para los Padres de la Iglesia la profecía de Isaías no era un compendio de historia judía o de teología, sino el anuncio de la venida del Mesías, que se cumplió en la vida y ministerio de Jesús de Nazaret. Y por ello las palabras del profeta eran una rica fuente de reflexión teológica referida a su Señor, y una ayuda vital en su defensa contra las objeciones de los judíos, los cuales negaban que Jesús fuese el Mesías prometido.
La interpretación del ministerio de Jesús a la luz de la profecía de Isaías no era una innovación teológica de los Padres, sino más bien una continuación del camino trazado por los escritores del Nuevo Testamento y por el mismo Jesús.
Entre los comentarios continuos citados en este volumen están los de Eusebio de Cesarea, Jerónimo, Cirilo de Alejandría y Teodoreto de Ciro, así como uno atribuido a Basilio de Cesarea. Juan Crisóstomo predicó una serie de homilías sobre Isaías, la mayoría de las cuales están dedicadas a los ocho primeros capítulos, si bien es verdad que Crisóstomo cita frecuentemente a Isaías en numerosas homilías y en otros libros. Agustín de Hipona, Gregorio el Grande y Beda el Venerable citan con frecuencia pasajes de Isaías 1-39, igual que hicieron otros Padres para defender la fe cristiana de las críticas judías.
Aquí encontrarán los lectores textos pertenecientes a Padres orientales y occidentales, que van desde el siglo primero al octavo, algunos de los cuales se traducen al castellano por primera vez. Este tesoro contiene suficientes riquezas para iluminar la mente y encender el corazón.