Isabel:
?Isabel Miranda alzó los ojos del periódico y sonrió con aquella sonrisa en ella peculiar, mezcla de amargura e ironía.
?Elegante, buena presencia, distinguida, culta y bien educada ? repitió silabeando, mientras sus dedos largos y finos de uñas nacaradas estrujaban con desesperación el periódico ?. Un dechado de perfecciones?
Al pronunciar estas últimas palabras avanzó hasta el espejo y se dejó caer ante él. Mirándose con ansia, casi con avaricia.?