El mundo entero lleva meses, incluso años, pendiente de una guerra de Estados Unidos contra Iraq. Un día nos levantamos con declaraciones de Bush que nos provocan la sensación de una guerra inminente, otro con movimientos diplomáticos que parecen indicar que el mundo puede respirar tranquilo. Del mismo modo, unas declaraciones de algún presidente de algún significado país europeo desautorizan al gobierno estadounidense y se desmarcan de cualquier apoyo a esa guerra y, días después, algún otro líder europeo expresa su apoyo incondicional. Y no digamos los países árabes. Las hemerotecas están repletas de determinados posicionamientos y de los contrarios por parte de dirigentes de Arabia Saudí, Jordania, Kuwait... En cuanto a las instituciones internacionales, la confusión no es menor. La FAO, dando razones contrarias a las del Consejo de Seguridad; el secretario general de las NNUU, críptico en sus declaraciones. Resoluciones del Consejo de Seguridad que parece que resuelven pero que, tras semanas de negociaciones para llegar a ellas, se invalidan para comenzar la negociación de otras.
En la última obra de la colección Sediciones de la editorial Hiru, Carlos Varea nos intenta descifrar algo de lo que se mueve entre bambalinas en ese cínico e hipócrita mundo de la política internacional. Las tensiones entre los altos cargos civiles y militares norteamericanos, las presiones en las instituciones internacionales, las fintas de los dirigentes árabes... Y mientras tanto, entre cinco mil y seis mil niños iraquíes mueren al mes por el agua contaminada, la falta de medicinas y la malnutrición originada por el embargo, según los propios responsables del programa "petróleo por alimentos", quienes dimitieron por razones de conciencia.