Este texto, inicialmente destinado a los amigos, ha conocido luego, por su gran belleza, diversas ediciones (una reciente en francés). En él, junto a la cálida, nostálgica evocación de las relaciones personales sobrelas que discurre, hay también una recreación literaria, incluso una sugestiva teoría, de los paisajes de la Toscana, en la que se hace asimismo patente el extraordinario pintor que también fue Piero Calamandrei.