Desde su nacimiento, el cristianismo ha estado presente en Oriente Medio. Sin embargo, la aparición del islam a finales del siglo VII y su preponderancia política y lingüística influyeron fuertemente en aquella región y también en las comunidades cristianas.
Al convertirse el árabe en la lengua de la cultura, los autores cristianos la adoptaron en sus escritos. Fruto del encuentro y del desencuentro con el islam, nacen obras de género apocalíptico y apócrifo en los antiguos monasterios palestinos, textos de autores melquitas, nestorianos y monofisitas, tratados dogmáticos y composiciones poéticas, sin olvidar la traslación al árabe de la Sagrada Escritura y de escritos emblemáticos de la patrística, la hagiografía o la liturgia. Damasco, Bagdad y El Cairo destacaron en esta actividad literaria, que incluso fructificó en al-Ándalus.
Los cristianos de lengua árabe fueron miembros activos de la sociedad islámica. Así, durante la Edad Media contribuyeron a su esplendor, y tras la caída del Imperio otomano participaron junto con los reformistas musulmanes en el debate cultural que supuso la implantación de los valores de la Modernidad en los nuevos Estados árabes.
La literatura cristiana escrita en árabe no sólo conserva las huellas de una trayectoria cultural de siglos, sino que se revela, con toda justicia, como parte esencial del patrimonio cultural de Oriente Próximo.