El acceso a la prensa de papel, televisiva o digital permite comprobar la falsedad de cualquier carisma: detrás de la virtud, el vicio; y de la excelencia, la vulgaridad. Absolutamente todos poseeríamos zonas oscuras que el público «tendría derecho a conocer» para evitar el engaño, pues la vida en sociedad debe basarse en la confianza. Así, una nueva dictadura está triunfando, quizá la más peligrosa porque técnicamente no lo es; es divertida como todo mundo cotilla y frívolo lo suele ser. Pero nos hace tan iguales que termina por eliminar la personalidad. Los seres originales son destinados al sanatorio o al circo.