En la senda del islam hay principios y formas, pero no dogmas ni misterios. No hay sacerdotes ni iglesia, no hay sacramentos ni liturgia en un sentido representacional: es, simple y llanamente, una manera de vivir y concebir la existencia.
«El deseo de compartir lo más profundo y bello de nuestro ser es el primer regalo, el que abre la puerta de todos los otros dones. Así nos lo asegura ese Corán Generoso cuya fuente está en una tabla bien guardada».