La crisis social y ambiental que caracteriza a muchas de las sociedades que irrumpen en el siglo XXI exige a la evaluación de impacto luces y señales oportunas, eficientes y pertinentes que garanticen proyectos de impacto social, es decir, propuestas que desde su gestación pongan como columna vertebral las personas, sus necesidades y expectativas, uniéndose así al coro que iniciaron hace más de dos mil quinientos años los sofistas presocráticos: el criterio de medición es el ser humano.