Reflexión concienzuda y luminosa sobre el diálogo entre la fe y la ciencia en la sede universitaria, sus aportaciones tienen el valor de argumentar no solo desde ideas abstractas, sino desde la experiencia ya contrastada de un fecundo y activo diálogo a lo largo del último cuarto de siglo. Representa por ello un brillante ejercicio intelectual y a la par testimonio fehaciente de unas fructíferas relaciones tanto para la Iglesia como para la Universidad de Sevilla.