La segunda mitad del siglo XX está llena de armarios cerrados o semiabiertos poblados por personajes variopintos, contradictorios, a veces irritantes, a veces entrañables, pero siempre imperfectos, como todos los humanos. De la persecución a la libertad, del desprecio a la aceptación no siempre sincera estos relatos reflejan gentes reales, aunque su parecido con personas con nombre y apellido sea pura coincidencia.