Sumergirse con botellas de oxígeno para llegar a un hotel submarino, dormir en un radar de la Fuerza Aérea Norteamericana abandonado en el corazón de la selva ecuatorial, abrir con una manivela el techo de la habitación para ver las estrellas, dormir en lo alto de una grúa portuaria que puede girar sobre sí misma, pasar la noche en chalets camuflados en el bosque, en el bote salvavidas de una plataforma petrolífera, en un zapato gigante, en un decorado de ciencia ficción, en un ataúd, en un faro, en un árbol, en un avión, en un tren, en una cárcel, en un iglú, en un cubo rojo perdido en el campo...