Todo discurso literario intenta dar cuenta de alguna realidad o al menos, de la realidad que vive o ve el escritor: en este libro, el poeta siente que ha de comunicarnos una denuncia social, un concepto de falsía y una épica callejera o urbana que sintoniza muy bien con su expresión lírica.
«En este poemario, tan autobiográfico como el resto de su poesía, Juan José Cuenca nos propone una voz poética interiorizada y distinta, aunque parezca la de siempre, porque a lo largo de nuestra vida, como forma falsa de identidad permanente, creemos ser los mismos de siempre. Algo en nuestro interior y en determinados momentos nos dice que no siempre somos los mismos. Pero, aun así, es ese un espejismo necesario para que la vida individual y colectiva sean posibles, como lo es la vida secreta de cada cual que hace posible la vida social.»