"De hecho, lo que había ocurrido en España no era una mera guerra civil, sin el comienzo de una revolución. Ésta es la situación que la prensa antifascista fuera de España ha tratado especialmente de ocultar. Toda la lucha fue reducida a una cuestión de "fascismo frente a democracia", y el aspecto revolucionario se silenció hasta donde fue posible".
"Las milicias de trabajadores, basadas en los sindicatos y compuestas por hombres de opiniones políticas más o menos iguales, originaban la concentración del sentimiento más revolucionario del país y lo canalizaban en la única comunidad de Europa occidental donde la conciencia revolucionaria y el rechazo del capitalismo e4ran más normales que su contrario. En Aragón se estaba entre decenas de miles de personas de origen proletario en su mayoría, todas las cuales vivían y se trataban en términos de igualdad. En teoría, era una igualdad perfecta, y en la práctica no estaba muy lejos de serlo. En algunos aspectos, se experimentaba un pregusto de socialismo. [...] Desde luego, semejante estado de cosas no podía durar. Era sólo una fase temporal y local en un juego gigantesco que se desarrollaba en toda la superficie de la tierra. Sin embargo, duró lo bastante como para influir sobre todo aquel que lo experimentara".