La fama no es siempre bien digerida: Judy Garland, se convirtió en adicta a los estupefacientes por culpa de su compañía productora, la Metro-Goldwyn-Mayer; Winona Ryder, se hizo más famosa por robar ropa que por sus películas; Richard Dreyfuss se creyó el mejor actor del mundo y sucumbió a las drogas cuando ganó el Oscar.
El lado oscuro del mito: el gran Charles Chaplin siempre tuvo problemas legales por su apetencia sexual de chicas jóvenes; Rock Hudson se vio obligado a esconder durante casi toda su vida su homosexualidad; Richard Harris, Peter OToole y Richard Burton compitieron entre ellos durante toda su vida por averiguar quién podía beber más.
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