Allí donde otros autores presentan una y otra vez lo ya conocido o amenazan con sumergirse en la totalidad del material existente, Ralf Georg Reuth traza unas claras líneas y, con ellas, un retrato de Hitler de contornos bien definidos: Alemania ha perdido la Primera Guerra Mundial; entre los que regresan al hogar desde el frente, y a la sombra de la revolución y Versalles, el antisemitismo subliminal y el miedo al bolchevismo se funden en un monstruoso escenario de amenaza, detrás del cual maneja los hilos el «judaísmo internacional». Hitler es un poseído en el que madura la demencial idea de «salvar» a Alemania, a Europa y, finalmente, a todo el planeta, de la «conspiración mundial judía». Su obsesión ideológico-racial se convierte en el resorte para llevar a cabo su programa concebido a mediados de los años veinte, según el cual Alemania debería ser una potencia mundial «o no ser absolutamente nada». Para conseguir ese objetivo, moviliza y abusa de toda la nación, y por medio de la Segunda Guerra Mundial y el genocidio judío, le impone una herencia de la que no ha podido librarse hasta el día de hoy.