En la más pura tradición oriental, Benjamín se detiene a escuchar para después escribir, y fijar así la experiencia, para que no se pierda ni un instante, ni una historia. Es el testigo destinado a ver en el juego, el amor, la marginalidad, la soledad, lo que para otros pasa inadvertido, y captar en toda su intensidad el significado de un momento, el detalle que lo resume todo.
La capacidad de evocación de la prosa de Benjamín, la plasticidad que imprime al tiempo y su poder de detenerlo en el recuerdo, la precisión de su estilo para transmitir la emoción concreta, confieren a sus relatos una poderosa atracción.
Estas historias, rebosantes de erudición y cosmopolitismo, además de ecos de Goethe, Baudelaire y Rimbaud, contienen la impronta del pensador genuino, en ocasiones irónico, en otras poseído por una melancolía agridulce, siempre esencial.
Walter Benjamín (Berlín, 1882 Portbou, 1940) está considerado el crítico literario más relevante de la primera mitad del siglo XX. Creció en el seno de una próspera familia judía y estudió Filosofía en las universidades de Friburgo, Munich y Berna. En 1920 se instaló en Berlín, donde trabajó como crítico literario y traductor. Realizó una visita a Moscú atraído por el marxismo, pero regresó desilusionado. En 1933 abandonó Alemania ante el ascenso nazi al poder. En 1940, tras la rendición francesa, emprende un viaje hacia el sur e intenta llegar a España para dirigirse desde allí a Estados Unidos. En Portbou, en la frontera hispano-gala, temiendo una delación, Walter Benjamín se suicida, poniendo un trágico fin a su vida. Entre sus obras se encuentran Iluminaciones, recopilación de ensayos y reflexiones, Discursos interrumpidos, Filosofía del arte y de la historia, Diario de Moscú, El origen del drama barroco alemán y Dirección única.