Se cae de la cama, ya tiene visita, ha llegado la resaca,
qué putada, no se acuerda de esta cita.
Sale a la calle, respira profundo y le invade la nostalgia
que proviene de vivir en este mundo.
Camina ligero con sus pies de plomo
y le llega un pensamiento
que le dice "último whisky que tomo".
Buscando una historia, algo que contar, en rincones,
callejones o mercados de esta grandiosa ciudad.
Son historias de un poeta urbano,
las recoge con la vista, las transmite con la mano,
se convierten en poesía, si las cuenta colocado.
Son historias de un poeta muerto,
el legado de su vida a esta sociedad perdida,
ha llegado el momento de dejar su testamento.