La primera parte de esta obra, concebida en tres volúmenes, está dedicada a la Antigüedad grecolatina. Empieza con los textos homéricos y termina con Agustín de Hipona, el primero que de forma explícita lleva a cabo una reflexión semiótica de carácter general. A lo largo de este recorrido, dos capítulos analizan las consideraciones sobre el lenguaje de Platón y la semiótica y la teoría de la argumentación de Aristóteles; otros estudian la inferencia sígnica en los epicúreos, la complejidad del significado en los estoicos y la retórica romana, sin olvidar el tratamiento de los signos en la adivinación y la medicina.