Este esfuerzo conjunto busca servir tanto de obra de referencia rigurosa y práctica en la docencia e investigación universitarias, como de introducción científicamente fiable al conocimiento del cristianismo histórico por parte del lector culto, conjugando la sencillez narrativa con un contenido crítico y abundante en datos históricos. Se propone, así, romper con la inveterada tradición que durante siglos ha confinado la historia de la Iglesia y del cristianismo a las facultades eclesiásticas de teología, e intenta salvar el empobrecedor eurocentrismo que ha venido lastrando su tratamiento científico.
Este tercer volumen de la «Historia del Cristianismo» se dedica a la Edad Moderna. A comienzos del XVI se puede hablar de una continuidad en la unidad intelectual de la cristiandad latina. Sin embargo, empiezan ya a percibirse grandes diferencias en el comportamiento y en la práctica religiosa de los europeos del momento, lo que supondría un claro síntoma de la ruptura religiosa tras la aparición de la Reforma luterana. Como resultado surgió una Europa plural en cuanto a creencias religiosas, con un alto precio en persecuciones y guerras religiosas, resultado del afán por encontrar una nueva expresión del sentimiento religioso más de acuerdo con las Sagradas Escrituras, que tuvo en los humanistas sus más preclaros defensores. Daba comienzo una fase en la que el factor religioso comenzó a pertenecer al ámbito privado, y entró en un proceso de secularización de la mano del análisis, la reflexión y la crítica amparados por el Humanismo y la sociedad científica que avanzaba de modo irreversible hacia la desacralización de la sociedad con el Siglo de las Luces.