En la falda del Gran Volcán, la cima de un mundo imaginario, las altas montañas se elevan desordenadas formando el Macizo de las Estatuas. Sus laderas están cubiertas de un bosque retorcido de laureles y helechos, y en su más profundo corazón incontables estatuas de piedra se yerguen, en recuerdo de lo que una vez fueron... Ésta es la historia de una de esas estatuas, que, como en una escena congelada, permanece olvidada entre montañas escarpadas