La dialéctica entre izquierda y derecha, aunque denostada y puesta en cuestión por algunos en tiempos recientes, continúa vertebrando y modelando la acción política, no ya en nuestro país, sino en todo Occidente.
José Manuel Cuenca Toribio, historiador de vasto magisterio y muy fértil producción, desgrana en esta obra, con agudeza inusual y depurada prosa, la ya extensa andadura de una de esas dos corrientes, la diestra, deteniéndose en sus hitos más señalados y en sus protagonistas más señeros. Una andadura sujeta a numerosos embates, tanto producto de balbuceos y sonoros errores propios como fruto del estigma deslegitimador con el que determinados sectores hostiles no sin cierta lógica la han venido marcando. Con independencia de todo ello, lo cierto es que se impone ya, a estas alturas de siglo, un examen detenido y exento de prejuicios de uno u otro signo de lo que ha sido y sigue siendo una corriente política de crucial influjo en el devenir de nuestra historia contemporánea. Se abre con ello una senda inédita, llamada a tener continuidad en lustros y obras posteriores, que habrán de tener a la actual como obligado e inexcusable referente.
«... muy recientemente, se ha mostrado decisivo en un trance electoral de suma importancia el eslogan o cédula de identificación Nosotros somos la izquierda, de todo punto inimaginable del lado de la derecha en un hipotético lance de similares características. Tan grande y obsesivo es el complejo de inferioridad, al tiempo que también de culpabilidad, arraigado en la conciencia y actuación de los miembros y dirigentes de las formaciones políticas conservadoras».