Muchas veces oímos hablar de mundos transfigurados por la poesía, pero raras veces vemos muestras de ellos. En este libro se nos ofrece uno de esos mundos. Alguien tomará por magia o capricho lo que es el orden prodigioso de los hechos humanos en estos poemas de espera, de tránsito suspendido hacia un desenlace. Igual admiración produce el acróbata que da tres vueltas en el aire y agarra de nuevo al trapecio. Como en el salto circense, este universo transfigurado también se expone a la variada gama de amenazas mortales. Sólo que la escritura hace aquí las veces de zurcido ( texto - tejido) del desgarrón de la existencia: un remiendo, o siquiera un hilo solo, que añadido a la tela de la vida la deja inalterada.
Esperanza Ortega nos traslada a un mundo en el que aún hay lugar para la restitución, la amistad con las cosas, o por lo menos, la expectativa de una posible confianza.