Cuando la detective Karin Müller es llamada para investigar la muerte de una adolescente al pie del Muro, al ver el cuerpo comprende que no se trata de una muerte más: la chica huía, sí, pero de la parte occidental.
Müller pertenece a la Policía del Pueblo, cuyos poderes están de facto limitados por la todopoderosa Stasi. Por un lado le piden que descubra la identidad de la chica, pero le aseguran que el caso está cerrado y la animan encarecidamente a que se abstenga de hacer ninguna pregunta.
Las pruebas no cuadran, y Müller enseguida se da cuenta de que el escenario del crimen es un montaje. Pero las mentes curiosas no tienen buena prensa en regímenes como el de la República Democrática Alemana, y Müller no se da cuenta de que la pista que está siguiendo la llevará por un sendero lleno de peligros que afectarán a su vida personal.