A partir del seguimiento de algunos casos ejemplares y de su experiencia en EXIL, una organización médico-psicosocial para exiliados y víctimas de la violencia y la tortura con sedes en Bélgica y Barcelona, los autores describen con precisión y sencillez, huyendo de un intelectualismo estéril, las consecuencias que estas diversas formas de violencia organizada ejercen en los niños y niñas, así como en sus tejidos familiares y sociales. Pero, sobre todo, esta obra es un testimonio de las fuerzas, recursos y capacidades resilientes de las madres y de algunos padres de estos niños. Estas capacidades, latentes a pesar de los contextos de violencia en que han vivido o están viviendo, les permitirán seguir ejerciendo su función asegurando los buenos tratos a sus hijas e hijos.