Dolores Velasco prefiere que la llamen Lola. Es una escritora frustrada que sobrevive como redactora de una revista del corazón, compensando su anodina vida laboral con una vida sentimental siempre al límite entre el querer y el deber, la libertad y la sumisión. Tras una relación sin futuro con un hombre casado, conoce a Juan, un niño que juega a cosas de hombres. Es un camello con ínfulas de narcotraficante con el que se introduce en el mundo de las drogas. Si la adicción es un estado de dependencia, Lola se hace adicta a Juan. El amor y el consumo de drogas van unidos y nacen del mismo arrebato en la relación entre ambos, llevando a Lola hasta límites que ella jamás pensó que sobrepasaría. Pero una vez dentro, renunciar a un estado de cosas tan magnético como peligrosamente frágil resulta ser demasiado complicado.
Beatriz Manjón nos introduce en los complejos estados psicológicos y emocionales que genera la adicción, y lo hace de un modo ágil, natural, con una prosa llena de referencias literarias y mezclando registros e imágenes hiperrealistas con notas casi poéticas.