Lo que empieza como un trabajo veraniego solidario, se convierte para el protagonista en una revelación perturbadora sobre la historia de su tierra y de su familia. Las sucesivas excavaciones y los testimonios sobre aquellos hechos de los pocos testigos que sobreviven, destapan un panorama totalmente desconocido de crímenes y traiciones que proyectan sus efectos sobre el presente y le trastornan la visión de su mundo cercano.
Los restos que salen junto a los huesos (una alianza, un reloj de bolsillo, lo que queda de una faja lumbar.) proporcionan información valiosa para identificar a algunas víctimas. Otras pistas no pueden ser aprovechadas porque ya no hay nadie que pueda interpretarlas; es la desgracia de tantas décadas de retraso. Las excavaciones y la memoria oral alumbran poco a poco la crónica vital de muchas personas que no perecieron en combates o enfrentamientos, sino asesinados por escuadras de falangistas que ejercieron impunemente una represión sangrienta.
Durante unos años se suceden las campañas arqueológicas en medio del desinterés general y se recuperan los restos de cientos de víctimas. Pero el ambiente se va crispando y en las últimas excavaciones encuentran una oposición desconocida: Sufren pintadas amenazadoras, sabotajes, escarnios diarios en una emisora de radio, denuncias falsas que entorpecen la campaña con la colaboración de cierto juez. A pesar de todo, van saliendo a la luz historias siniestras que los causantes y sus partidarios querían a toda costa silenciar. Entre ellas, el asesinato de un familiar del protagonista.
Ante la pasividad de la justicia, que nunca ha enjuiciado esos crímenes masivos ni tiene intención de hacerlo, Tirso se debate entre dos opciones: la venganza que le propone una antiga amante, empeñada en desquitarse por su cuenta de la muerte de un abuelo, y el perdón; alternativa más civilizada pero que le hace subirse porlas paredes, pues conoce a un viejo asesino que no muestra ningún rrepentimiento y alardea de sus crímenes.
Al final, no serán las víctimas ni sus familias quienes recurran a soluciones violentas, sino los verdugos; que tienen experiencia sobrada en ello, gozan de cobertura en ciertos medios nada minoritarios, e incluso en la judicatura, y están acostumbrados a no rendir cuentas de sus abusos.