Hay que aprender, algo que, en la medida de lo que he podido ver, los especialistas del pensamiento nunca llegaron a pensar, el efecto ético y político del realismo lógico y del nominalismo. El nominalismo de los vivos, no solamente de las palabras. Pero se juega en lo que se hace con las palabras. Entonces hay que aprender a leer de nuevo. Para situar y situarse. Aprender a oír. Si no se lee a Heidegger como un nacional-esencialismo, no se lee a Heidegger. Somos leídos por Heidegger.
Cuando se lee a Heidegger como una yuxtaposición de la filosofía y la política, ya sea para exaltar al pensador y minimizar al nazi insignificante, ya sea para hacer lo inverso, en los dos casos planteo que uno no lee a Heidegger. En los dos casos, pero de manera diferente, se pierde el por qué y el cómo de aquello que en Heidegger forma un conjunto, su pensamiento y su relación con lo político de su tiempo. »
Henri Meschonnic