Tanto la Carta a los Hebreos como las Cartas Católicas son ventanas privilegiadas para conocer las difíciles experiencias de los grupos cristianos, luego del entusiasmo que los llevó a abrazar modos de vida «alternativos»: ni asimilados a los seductores movimientos religiosos del helenismo romanizado, ni amparados en las prácticas y normativas que el judaísmo secular garantizaba.Tensionados por esos extremos, los cristianos debieron reflexionar y remodelar su propia identidad y sus expresiones. Sacaron lo nuevo de lo viejo y fundamental: la revelación de Jesús de Nazaret y la práctica del amor fraterno. Entre conflictos y rupturas, el rumbo del cristiano no cambia: «amar al hermano como Él nos amó», hasta conseguir «los cielos nuevos y la tierra nueva donde habite la justicia».El lector de este volumen encontrará inspiración y pistas para arraigar su propia identidad en contacto vivo con la Palabra de Vida y la comunidad eclesial que la recibe y transmite.