El domingo por la mañana mi madre me despertó gritando desde el baño:
-¿QUIÉN HA METIDO UN HIPOPÓTAMO EN LA BAÑERA?
Mi cerebro pasó del descanso a la máxima actividad en un segundo, batiendo su propio record.
«Piensa, piensa, piensa...» pensé.
La lista de cosas metidas en sitios INCORRECTOS era bastante larga: medio bocadillo de mortadela en el fondo de la mochila (se me olvidó tirarlo a la basura el martes pasado); un calcetín de deporte en el acuario de peces tropicales de papá (mi intención era que cayera en el cesto de la ropa sucia pero me falló la puntería); dos dedos bastante limpios en el bote de la nata montada (¿quién es capaz de ver un bote de nata montada sin meter el dedo?)...
Sobre meter hipopótamos en bañeras no recordaba nada.