Si películas como Sueños de un seductor (n.º 109 de esta colección) o Todo lo que usted quiso siempre saber acerca del sexo (n.º 130) supusieron la consagración de Woody Allen como humorista genial, a partir de títulos como Annie Hall (n.º 99), Interiores (n.º97), Manhattan (n.º 95) o Zelig (n.º115) se fue revelando de un modo cada vez más contundente su envergadura de gran cineasta, unánimemente celebrado por la crítica en su triple dimensión de director, actor y guionista.
Fiel a sí mismo, es decir, sin renunciar nunca al humor ni a la cómica parodia de su personaje, Woody Allenconjuga en sus últimas películas un sabio equilibrio entre la comedia y el melodrama a través del cual se ha erigido en el más sutil e implacable retratista del paisaje humano neoyorquino. Hannah y sushermanas constituye, a este respecto, un logradísimo modelo.
Para su traducción, por otra parte, contamos una vez más con la inmejorable labor de José Luis Guarner, quien nos ofrece aquí una cuidadosa versión del original, liberada de las servidumbres del doblaje.