Si la vida comunitaria de los hermanos de Taizé anticipa la reconciliación entre cristianos, ¿cuál es la contribución de la comunidad hacia el exterior de su recinto? ¿Cómo trabaja en favor de la unidad de la gran familia humana? ¿En qué medida los encuentros de jóvenes que se organizan en Taizé y en todo el mundo contribuyen a hacer realidad el proyecto de solidaridad del hermano Roger? ¿Sigue teniendo sentido transmitir la fe a las jóvenes generaciones?
Hijo de católicos de los Sudetes, exilados en 1945, el hermano Alois nos muestra cómo el ecumenismo no es tanto objeto de estudio cuanto oración y práctica diarias, y cómo el amor y la solidaridad únicamente pueden verificarse en las obras. En términos a la vez sencillos y profundos afirma que la visión de Taizé no es una utopía, sino un compromiso constante.