Siendo un pensador incansable conseguí premios por inventos de seguridad y mejoras del trabajo y en otra línea, la literatura ocupó las horas libres. Después de ver volar muchísimos almanaques sugiero la lucha contra el desánimo porque los poderes del pensamiento son ilimitados si se utilizan con fe, tesón y sacrificio.
Basta con buscar el optimismo y adpatarlo y cultivarlo en nuestra mente.
Cultivando con mimo el árbol de la literatura, desde la juventud, entre otros frutos brotaron rimas y de ésto dejo unas muestras, sin haber perdido nunca la esperanza de una sonrisa de los lectores.
Remi Escrad
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