Los berlineses adoptan una posición activa al aprovisionarse de un lugar donde habitar, resistiendo o adaptándose a las presiones estructurales hacia una mercantilización de las viviendas. Lejos de la figura del consumidor que se limita a adquirir los productos disponibles en el mercado, topamos con unos habitantes que participan en la producción de los espacios que habitan con estrategias variadas, más allá de la compra o el pago de un alquiler. Estas formas cotidianas de apropiación se enmarcan en su búsqueda de unas mejores condiciones de vida. Y es que la acción de habitar, además de dar satisfacción a la necesidad humana de cobijo, resulta crucial para la ubicación de las personas en la sociedad y su conformación como sujetos políticos.