Jerusalén fue tres veces santa pues Jesús caminó por sus calles; por-que aquí, bajo el Cenáculo, el rey David descansa hasta el día de la resurrección; y porque desde la roca que hay bajo el Domo, en la Ex-planada de las Mezquitas, el profeta Mahoma hizo su viaje nocturno al Trono de Dios. Jerusalén huele a incienso, pero también a cera y a alfombras persas de miles de nudos donde los hijos del islam se postran para rezar a un mismo Dios.
Pero Jerusalén, como antaño, sigue siendo santa porque en diversos lugares de la ciudad todavía se esconden viejos eruditos que se dedican a pasarse los secretos de la creación al oído, uno por uno, en sus silentes reuniones donde la oscuridad es su fiel aliada. Esos secretos están ocultos en el Tanaj Antiguo Testamento pero también en los versos del Corán e incluso en las parábolas de los Evangelios. Descubre los misterios religiosos, lugares de culto casi desconocidos y datos históricos que arrojan luz a las historias de la Biblia.