**Cuando Dios desciende del cielo**
En la década de 1950, el autor irlandés Samuel Beckett, ganador del Premio
Nobel, escribió un drama titulado _Esperando a Godot_, acerca de dos hombres
desafortunados y sin hogar que esperaban junto al camino a alguien llamado
Godot, que se suponía que vendría y los salvaría de lo absurdo, patético y sin
sentido de la vida.
-¿Su nombre es Godot? -preguntó Estragón.
-Creo que sí -respondió Vladimir.
Mientras Estragón y Vladimir esperan, agotados por la marchita esperanza de
que Godot viniera, una procesión de sufrientes humanos, vacilantes, con pasos
de ganso, rengos, torpes y zapateando, pasan delante de ellos. Aburridos, no
tanto por todo el dolor de la vida sino por su inutilidad, procuran divertirse
haciendo el bien, como levantar a un ciego que tropezó.
-Ven, hagamos algo -dice Vladimir-. En un instante, todo esto desaparecerá y
estaremos solos otra vez, en medio de la nada.
Pero, al moverse Vladimir, cae y no se puede levantar.
A pesar de más promesas de que Godot vendría, la vida parece tan miserable,
mientras tanto, que deciden ahorcarse. Pero, no tienen sogas, y entonces
Estragón se saca la cuerda que sostiene sus pantalones, y estos colapsan hasta
sus tobillos. Prueba la solidez de la cuerda, la estira; se corta y ambos
hombres casi caen. Deciden encontrar una cuerda mejor y tratar otra vez más
tarde.
-Nos colgaremos mañana -dice Vladimir-, a menos que venga Godot.
-¿Y si viene? -pregunta Estragón.
-Estaremos salvados.
Este misterioso Godot no vino nunca, lo que significa que no se salvaron. Por
supuesto, no se esperaba que se salvaran. Tampoco se esperaba que lo fueran.
El punto que quería dejar Beckett con el drama era mostrar lo absurda y
desesperanzada que es la vida.
¡Qué contraste con el punto de vista de la vida presentado en la Biblia!
Específicamente, qué contraste con el panorama que presentan las lecciones de
este trimestre, que son las dos cartas de Pablo a los Tesalonicenses.
Como los dos personajes de Beckett, los tesalonicenses enfrentaban estrés,
tensiones, luchas y aun persecuciones. En otras palabras, la vida para ellos,
como para todos nosotros, tenía momentos difíciles. Cuán fácil y comprensible
pudo haber sido para ellos caer en la futilidad, el nihilismo y el pesimismo
que Beckett expresó en su drama. En cambio, los tesalonicenses tenían una
esperanza segura, basada en lo que Cristo había hecho por ellos, una esperanza
que señalaba la mayor promesa de todas: la segunda venida de Cristo (de la que
Beckett también se burlaba). Aunque Pablo los había reprendido, aunque tenían
problemas de conducta así como teológicos en su iglesia (¿suena familiar?),
para ellos y para nosotros escribió Pablo algunas de las palabras más
increíbles, elevadoras y llenas de esperanza de toda la Inspiración.
"Porque el Señor mismo con voz de mando, con voz de arcángel, y con trompeta
de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en Cristo resucitarán primero.
Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos quedado, seremos arrebatados
juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así
estaremos siempre con el Señor. Por tanto, alentaos los unos a los otros con
estas palabras" (1 Tes. 4:16-18).
Nada puede ser más lleno de esperanza y glorioso que eso, ¿verdad?
Este trimestre, por medio de las cartas de Pablo a los Tesalonicenses,
obtendremos un vistazo de la vida en la iglesia cristiana primitiva, realmente
una iglesia urbana, y veremos algunas de las luchas y los desafíos que
afrontaban, _incluyendo las dificultades que surgían por el hecho de que
Cristo no había regresado todavía._ También es fascinante que, por diferentes
que fueran las circunstancias de ellos de las nuestras, muy a menudo los
principios reflejados en las palabras de Pablo a los tesalonicenses tratan con
los problemas y los desafíos que nosotros también confrontamos mientras
esperamos, no a algún misterioso Godot, sino al Señor Jesús, cuya muerte en la
cruz, en su primera venida, garantiza su regreso en gloria en la segunda.
_Jon Paulien es el decano de la Escuela de Religión de la Universidad de Loma
Linda, en Loma Linda, California, Estados Unidos._