Luchas por el poder en un mundo implacable repleto de ambición, pasión, intriga y venganza. El suelo abrasado por el sol de la antigua Grecia era un trofeo ganado tras muchos esfuerzos, y los poderosos guerreros que gobernaban esa tierra lucharon y murieron con fiereza por controlarlo. Los padres se enfrentaban a sus hijos, los hermanos se traicionaban unos a otros, familias enteras se enzarzaban en cruentas luchas y se reunían de nuevo para erradicar la amenaza de invasores foráneos.
Éstos son los héroes, y ésta es su era. Sobresale entre ellos Agamenón, quien aprende a sobrevivir enfrentado a la muerte, señalado como futuro rey por su arrojo, valor y astucia desleal. EL GUERRERO DE BRONCE es su historia, la historia de un duelo entre dinastías y una tierra unida al fin por la sangrienta traición que culminó con la destrucción de Troya.
La novela comienza cuando Agamenón y su hermano Menelao son infantes en el palacio real de la fortaleza de Micenas. Allí tropiezan por primera vez con Tiestes, hermano de su padre, el sabio rey Atreo, algo que les marcará durante buena parte de sus vidas. Atreo enseña al joven Agamenón que es el primero en la línea de sucesión al trono; debe prepararse para adquirir la fortaleza y habilidad en la batalla que se esperan de un líder, y también para ser implacable, cualidad más importante aún para quien aspire a conseguir y conservar el poder.
A lo largo de sucesivas y violentas campañas, Agamenón demuestra ser un comandante perspicaz y carismático, además de un digno pretendiente: se gana la mano de Clitemnestra, la tempestuosa hija del rey Tindareo de Esparta, que algún día podría ser su perdición.