Que el dominio de ti me lleve a tientas, con la aurora desnudándome venas adentro, espesura de latidos que me corroe, dentro, huye hacia dentro, que la cerradura grita hierro en estribor. Fugaz. Como el águila contra murallas y adobe. Y así tu rayo me lleve veloz con la flecha hacia el cielo sangrante. Que la lluvia vuele, que el zafiro vuele en tu destello de ciudad helada. Veneno omnipotente en las entrañas de mi ser.