Argumento de Golpe de Fortuna
El reloj es el más inquietante símbolo de la muerte, el segundo es la rutina. Bajo el acecho combinado de estas dos fuerzas discurren nuestros días. ¿Por qué malgastar minutos de nuestras vidas en repetir actos que conocemos hasta el hastío? Tal vez, esto resulte exagerado para el ejercicio de la vida cotidiana, pero no para un ámbito como el de la creación, donde esta propuesta debería resultar esencial, definitiva. Ésta fue, sin duda, la fórmula utilizada por Borges contra el tiempo y la rutina: el cuento corto.
Con esta suerte de logro se toparán los lectores de este libro, con una literatura absoluta, indivisible, visceral, soñada, porque detrás de cada uno de estos cuentos está toda la vida del autor, con todas sus utopías y sus noches de insomnio, aun cuando haya algunos que hubieran sido escritos en poco tiempo, en dos tardes, en una sentada. Tras la lectura de estos relatos se descubre que hay en ellos una intención encubierta, una carta de navegación, un guiño, un cifrado manual de supervivencia que, al final, habrá de resultarnos útil a todos, imprescindible, porque también para eso están hechos, para ayudarnos a enfrentar esas otras dos soterradas formas de muerte que son la desidia y el olvido.1