En las dos últimas décadas del siglo XX, los grupos paramilitares obtuvieron el control de amplias zonas del territorio nacional. A pesar del poder armado, económico y político que habían acumulado, se desintegraron en unos pocos años, como consecuencia de su desmovilización parcial y de la extradición de sus principales jefes. Mientras que generalmente el conflicto interno es visto como la causa del colapso estatal, este libro propone un análisis sociológico de la relación entre violencia y Estado. A partir de estudios locales, analiza la manera en que las armas han participado en la represión de movimientos sociales y opositores políticos, en la repartición de recursos públicos y en la explotación económica de zonas marginales. Se estudia también el nivel nacional, se analiza la forma en la cual la violencia se transforma en un problema público, atrayendo la atención de las políticas de seguridad y de la justicia penal. De esta manera, llevando a cabo una argumentación comparativa, se muestran las formas múltiples en las que los grupos armados participan en el proceso histórico de la formación del Estado.