Morón apoyó la alianza con los republicanos para cambiar el régimen y, tras los comicios locales del 12 de abril de 1931, fue elegido concejal y alcalde de Puente Genil. En junio de ese año, obtuvo el acta de diputado en las Cortes Constituyentes, aunque se mostró cada vez más crítico con la participación de los socialistas en el Gobierno. Después de las elecciones de 1933, además de no renovar el escaño, fue destituido por las derechas de la alcaldía pontanesa y, posteriormente, detenido y condenado en el contexto de los preparativos de la revolución de octubre de 1934. Aunque la victoria del Frente Popular en febrero de 1936 le devolvió la libertad y su puesto en el Ayuntamiento de Puente Genil, las discrepancias surgidas con el resto de la Corporación le hicieron dimitir unas semanas antes del inicio de la guerra. Durante el conflicto, ejerció sucesivamente como secretario del presidente de la Diputación de Madrid, gobernador de Almería, subdirector general de Seguridad -y director en funciones- y segundo responsable de la edición de El Socialista en Barcelona.
Poco antes de finalizar la contienda, Morón pasó la frontera y vivió con su familia el exilio en Francia, República Dominicana y, desde 1941, México. Prietista de origen, en tierras mexicanas rompió con el sector del socialismo español encabezado por Don Indalecio y, tras formar parte del grupo próximo a Juan Negrín, ingresó en el Partido Comunista en 1947. Además, ejerció como presidente del Centro Andaluz en México y tuvo una gran actividad hasta mediados de los 50. A partir de ahí, el desánimo en lo político, unido a las dificultades económicas y de tipo familiar, fueron apartándole de la vida pública y recluyéndolo en el ámbito de lo privado hasta su fallecimiento en 1973.