Hay productos financieros que a pesar de su gran potencial lucrativo no terminan de conquistar al público inversor. Y ello se debe sobre todo a la desconfianza que genera el desconocimiento. Es el caso del mercado de futuros, que en este trabajo se observa desde la perspectiva del inversor particular: qué son los contratos de futuro, dónde y cómo se negocian, qué riesgo comportan, qué puede esperarse de los intermediarios necesarios para contratar. Al analizar esta compleja realidad económica desde categorías jurídico civiles queda al descubierto la pugna que ha mantenido el mercado de futuros por hacerse un hueco seguro en nuestro ordenamiento jurídico, aunque para ello haya tenido que enfrentarse y vencer a viejos prejuicios dogmáticos, como la prohibición de pacto comisorio. \