El autor, en el otoño de la vida, emplaza a su mente? de lo poco que le queda de esa vida ?para acercarse a los luminosos días jóvenes, hoy tan lejanos, que se antojan hermosos, y para presentar en las remembranzas, todavía, sus lejanos latidos: «Fuegos de artificio». La obra tiene una segunda parte de «Opiniones», para acabar con el que llamamos «Correo de los ángeles», las Cartas de amor, donde los sentimientos fluyen gráciles, íntimos, cálidos, pero... ¡ay!, también gélidos, cuando el tiempo nos aleja de ellas, y en su lugar nos dejan un frío que hiela.