Como bien dice Gérard de Cortanze en la introducción del libro: En realidad, Frida Kahlo es una de las artistas más enigmáticas que existen, una de las más íntimas, como abrasada por sus opciones políticas, su dolor físico, su amor por Diego. Esto es lo que interesa de su pintura. Pero más allá de lo que Carlos Fuentes llama sus treinta y nueve años de sufrimiento, tenemos a una mujer que crea un universo pictórico vigoroso y colorido, cuyo grito adopta una forma emocional y visible. Es ese viaje hacia un mundo impresionante, muy particular, muy vivo, único en la historia de la pintura, lo que he tratado de describir en este libro, que no es ni un ensayo ni una biografía en el sentido clásico de la palabra, sino más bien un recorrido por los meandros de una obra y una vida, que descubrimos detrás de una falsificación en la que el creador siempre nos abre su diario auténtico. En algunos bocetos y en algunas pinturas de Frida Kahlo aparece un verde a veces profundo, un amarillo desvaído, color éste último al que ella le da una definición particular: Locura y misterio. Esa locura y ese misterio son exactamente lo que me emociona de Frida Kahlo. Esta obra nos adentra en la vida de aquella joven mexicana que en septiembre de 1925 sufre un accidente que trastornará por completo su porvenir. Bella e independiente, se casa en 1929 con Diego Rivera, el célebre pintor muralista. Esa joven era Frida Kahlo y este libro es su historia, que nos cuenta cómo una de las máximas de su vida fue no cerrar jamás los ojos a la fealdad, sino, por el contrario, abrirlos para presenciar así el nacimiento de una belleza terrible, para la que ella inventa otra realidad. Torturada por el dolor físico, pero arrebatada por sus compromisos políticos y amores tumultuosos, con el paso de los años construyó una obra pictórica poderosa y singular. La última de sus obras, Viva la vida, es un canto a la luz y a la alegría de vivir.