Además de una apuesta vital arrebatada y una singular historia de amour fou, Franziska Linkerhand despliega un mundo desaparecido: el de la República Democrática Alemana. En un país aún en construcción, Franziska, joven arquitecta que proviene de una prestigiosa familia de editores, afronta su primer trabajo lejos de la gran ciudad y también de los suyos. En esa especie de desierto que es Neustadt (literalmente «nueva ciudad»), no sólo se enfrentará a sus deseos de sintetizar «el hoy y el mañana, la desangelada construcción en bloques y la calle jubilosa y viva, lo necesario con lo bello», sino también a los ecos de su pasado: su niñez, el dramático final de la guerra, las historias de su abuela sobre otra época más hermosa, su primer amor, su matrimonio fracasado. ¿Quién es, en realidad, esa mujer que fascina y seduce a todos, hombres y mujeres, al llegar? O mejor dicho: ¿cómo es esa mujer?
A la vez que se dibuja también, de manera inigualable, un país y una época, pocos retratos femeninos hay tan profundos y sugerentes como éste: desde una primera y efervescente etapa juvenil, con un aire de novela de formación, hasta el presente de monólogos interiores y audaces cambios de perspectiva, todo el relato vibra con la existencia de numerosos personajes secundarios extraordinarios, pero sobre todo gracias a Franziska, una mujer fuerte y tenaz, contradictoria y con una insaciable sed de vida.
Brigitte Reimann le insufló la que ella misma perdió a última hora: la línea que cierra el texto la escribió en el hospital donde moriría prematuramente entre dolores terribles. Franziska Linkerhand es, en definitiva, un monumento de la literatura alemana del siglo xx en su intensidad y en su libertad, la obra maestra de una escritora dotada como muy pocas.